Lecturas

J. Berger. El único acto sincrónico, Cada vez que decimos Adiós.

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Usos de la ciencia en el arte argentino contemporáneo
F. Suárez Cuerrini, B. Custavino, M. N. Correbo, N. Matewecki

I NTRODUCCIÓN

Relacionar el arte con la ciencia no supone una novedad si consideramos la historia de las producciones artísticas y mucho menos si observamos las características del arte contemporáneo. La relación que éste establece con la ciencia en la actualidad presenta diversas modalidades. Si pensamos en cualquier representación visual que sea el producto del trabajo manual y de la modificación de una materia, rápidamente la asociamos con la mediación de una técnica. Así podemos remontarnos a los ejemplos más antiguos de imágenes producidas por el hombre. En el otro extremo, y prestando atención a las obras que gran cantidad de artistas producen en la actualidad, la técnica devenida tecnología parece haber alcanzado un nivel de ubicuidad antes impensado. Sin embargo, la presencia de la técnica y la tecnología en las obras de arte no asegura un diálogo del arte con el discurso científico.
En los ensayos que forman parte de este volumen se analizan los diversos modos en los que esta relación se hace presente y explícita en las obras y los programas de los artistas argentinos contemporáneos. Con algunas excepciones, las obras que abordamos fueron realizadas hasta el año 2006.1
Entendemos que la forma en la que se dan esas conexiones es rica y variada y adquiere rasgos que van mucho más allá del comentario, de la tematización o de la mera utilización de los recursos que la ciencia y la tecnología proveen. Para abordar el estudio de estas propuestas, es imposible soslayar los antecedentes de las vanguardias concretas de los años cuarenta y las propuestas de los artistas vinculados al grupo CAYC, entre otros. Nuestro recorrido comienza, entonces, con un breve repaso por esta joven tradición local.
El diálogo que el arte contemporáneo establece con el universo científico es una de las modalidades posibles en las que se concreta el interés de los artistas por la expansión sobre mundos, discursos y prácticas considerados usualmente no artísticos. Con la crisis de la representación mimética el arte se desentendió de establecer una relación de mera referencia con los fenómenos del mundo para avanzar no solo sobre nuevos territorios temáticos, sino para experimentar con innumerables materiales, procedimientos, emplazamientos y modos de existencia de las obras. Estas novedades supusieron un doble juego: hacer entrar en la categoría "arte" múltiples objetos y comportamientos antes "no-artísticos" y lograr la expansión –por el mismo ejercicio de inclusión- de los límites que tradicionalmente definían lo artístico. En la actualidad, las miradas y relecturas del arte sobre el discurso científico, sus teorías y aplicaciones prácticas, se emparentan con el despliegue de numerosas estrategias artísticas que avanzan sobre distintos terrenos de la producción humana, sacando a la luz una variedad de operaciones que, podríamos decir, constituyen un estilo de época. La exploración de nuevas tecnologías y plataformas para la realización y emplazamiento de las obras, como internet, por ejemplo; el trabajo en el contexto urbano y comunitario, el vínculo con los reclamos de grupos minoritarios, la recuperación de imágenes producto del arte y de los medios de comunicación mediante operaciones de postproducción2, cita y apropiación, son algunas de las áreas de experimentación de las propuestas contemporáneas que tornan cada vez más difícil el referirnos a la inclusión de elementos extra-artísticos, cuando el diálogo parece no considerar fronteras entre el arte y otros productos sociales.
Sin embargo, y lejos de considerar que el arte finalmente se haya fundido con la vida, observamos que las distintas esferas de la actividad humana conservan un funcionamiento social claramente diferenciado y es esa situación la que hace posible que sigamos hablando de "arte" y "ciencia". En este conjunto de ensayos nos preguntamos sobre las formas que adquiere esa relación y sobre las características de las operaciones mediante las cuales el vínculo se establece. La riqueza de su variedad, el nivel de reflexión conceptual y de realización técnica, así como la revisión de la función social de la ciencia y sus versiones aplicadas, que muchas de las obras proponen ejercitando la mirada crítica del arte, vuelven a este vínculo de gran interés para el abordaje analítico e interpretativo.
En el recorrido propuesto señalamos que la relación del arte con la ciencia se manifiesta en las obras como uso, como marca y como apropiación. Reconocemos que el arte hace uso de la ciencia cuando existen en la obra elementos que activan la presencia del discurso científico, ya sea porque utilizansus procedimientos y operatorias o porque se adueñan de sus técnicas. Las marcas de lo científico en las producciones artísticas se conforman por aquellos rasgos de la obra que remiten o aluden a algún tema, objeto o motivo del discurso científico. La apropiación de la ciencia por el arte se hace evidente cuando las obras hacen suyo el discurso científico en todos sus niveles: la elaboración del proyecto emula los pasos del trabajo científico, el proceso de desarrollo de las piezas requiere de sus procedimientos y tecnologías asociadas, y el resultado se propone como un nuevo objeto, inicialmente válido de ser considerado tanto por el discurso artístico como por el científico.
Estos cruces que se dan en grados más o menos pronunciados, tienen su impacto no sólo en las obras, sino en los modos de pensar al artista y también al espectador. Veremos que la definición de artista oscila entre la del científico, el técnico, el programador, el ingeniero, el proyectista, sin quedar fijada en ninguna de estas modalidades, dependiendo de la variedad de tareas que siga en la elaboración conceptual y producción material de la obra.
Decir que las obras que proponen algún tipo de vínculo con el discurso científico reformulan la definición tradicional de espectador porque le exigen participación y manipulación no es postular nada nuevo. Es más no contribuye a definir un rasgo específico de la acción de estas obras sobre el espectador, teniendo en cuenta que, desde los movimientos de vanguardia histórica y de neovanguardia, la activación del público ha sido uno de los objetivos explícitos en el programa de los artistas. Sin embargo, muchas de estas propuestas enfrentan al espectador con la pregunta por los límites del arte -constantemente reeditada en la contemporaneidad- y por el ámbito al que se deben adscribir esas piezas. Estas obras explotan su ubicación en esa zona difusa en la que arte y ciencia se interceptan y proponen una reflexión que las excede, avanzando sobre aquellas determinaciones que colocan a algunos objetos en la categoría -inestable- de objetos artísticos, dejando, en el mismo movimiento, a otros objetos por fuera de esa denominación.



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Ranciere, Jacques: “El Inconsciente Estético”, Editorial del Estante 2006.
Interdisciplina-Transdisciplina
  (Fragmento de: "El inconciente estético" de Jaques Ranciere)
…En nombre de la interdisciplinariedad uno recibe al otro o va de visita a lo del vecino. Pero la mayoría de las veces es para confirmar la identidad y el lugar propios en la república de los sabios, para asegurarse de que esa gran república está hecha de pequeñas repúblicas soberanas: de disciplinas provistas cada una de su terreno y sus métodos propios. Ese intercambio de cumplidos deja entonces las cosas como están. Me parece preferible practicar otra cosa: la transdisciplinariedad, es decir, la actitud que se interroga acerca de eso "propio" en cuyo nombre se practican esos intercambios. Nos interesamos entonces en las formas de percepción, en los actos intelectuales y en las decisiones que presidieron la formación de esas pequeñas repúblicas, en la constitución de sus objetos, sus reglamentos y sus fronteras. Esta actitud considera a las disciplinas como formaciones históricas constituidas en torno a objetos litigiosos. Esos objetos son litigiosos en dos sentidos. Lo son, primero, por su naturaleza. Se admite fácilmente que hay relaciones sociales o pensamientos inconscientes. Ahora bien, que la Sociedad o el Inconscienre existan es otra cuestión. Pero esos objetos también son litigiosos en el sentido de que no es fácil asignarles un propietario: la justicia del filósofo, según nos demuestra Platón, se recorta sólo en un combate nunca acabado con las justicias de los hombres honestos, los tribunales, los poetas y los mercaderes. Eso quiere decir que el filósofo no sale, para ir de visita a casa ajena, del terreno que le pertenecería. La casa del filósofo siempre está en algún lugar en el cruce de las casas de los demás. Desde luego, con los demás pasa igual.



Arte y Tecnologia en Argentina


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